Una de las cosas que nadie puede
desmentir, ni siquiera los mismos dirigentes y seguidores del partido fundado
por Hugo Chávez, es que el chavismo está en extinción. Esta al igual que
nuestra moneda devaluada y cada día que pasa va en caída libre.
Para la oposición venezolana que
cada día toma más oxigeno se debe a la pésima actuación de Nicolás Maduro como
jefe de Estado, con sus políticas más erráticas que las implementadas por el
difunto en los años que estuvo, y para los “chavistas duros”, se debe a que los “maduristas” se han enfrascado en
salvar lo insalvable y han llevado al PSUV al peor sitial que haya tenido
partido político alguno en los últimos años en nuestro país.
El chavismo viene en franca
disminución en medio de una crisis asmática y se ahoga en sus propias bombas
lacrimógenas que por millones, ha lanzado el régimen en los últimos dos
meses en continuas protestas que
mantienen estudiantes y la sociedad civil que reclama un cambio de gobierno y
no acepta ningún tipo de diálogo mientras se mantenga la represión que lleva
casi 40 muertos y miles de heridos y detenciones, sin contar los desaparecidos
y los torturados.
Una buena parte del oficialismo
acusa al “madurismo” de haber entregado el país en bandeja de plata al
castrismo, que en definitiva es quien decide todo lo que se hace en nuestro
país en materia económica, social y política, incluyendo la forma en que se
ataca a los venezolanos en las manifestaciones que mantienen en las calles, incluyendo las estrategias de
represión.
Se habla a todos los niveles de
un fracaso de lo que han llamado revolución bolivariana, y culpan directamente
de ello a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y el pequeño entorno que se mueve
sobre su propio eje, sin dar paso ni
oportunidad a más nadie dentro de aquella organización que una vez Chávez
fundó.
La herencia del líder fundador
del Socialismo del Siglo XXI se vino al piso, en medio de una incapacidad del
gobierno para enfrentar los graves problemas que tiene el país, y que afectan a
los que se colocan la franela azul, blanca, verde, amarilla pero también a los que se colocan la roja,
porque que no les llega con la misma frecuencia, los programas sociales que el
difunto había implementado para tenerlos “a cuello corto”
Ahora es cuando este gobierno se
está poniendo malo, y parece no tener salvación por los tiempos que soplan,
pues todas las conductas que observamos conllevan a que no hay espacio para la
recuperación del chavismo. Cada vez que Maduro invita a los seguidores del partido
rojo a la calle, son más escuálidas sus marchas y concentraciones, y aquellos
que aún salen con sus banderas y cánticos de Ali Primera van obligados por el
régimen que los amenaza con pérdida de sus puestos de trabajo u otro tipo de
empleo.
Para el chavismo todo se le
presenta como la moneda venezolana que sigue su proceso de devaluación, y de
ahí el silencio que mantiene en estos momentos en que Maduro reclama su
presencia para que lo ayuden en su recuperación de imagen como gobernante, y de un país que se le
va de las manos
Hay una clara señal de
ingobernabilidad y hasta ellos
(chavistas, maduristas) lo saben, así como saben que los estudiantes no
apagaran las antorchas que han encendido a nivel nacional para reclamar la
democracia que se nos arrebata y las libertades que cada día se nos limitan.
El chavismo, así como parte de
los que aquí vivimos y que nos oponemos a sus malas políticas, también está
desconcertado, y de ahí que haya perdido cada vez más su capacidad de
respuesta.
Sigue sin responder con la misma
espontaneidad, franqueza y sinceridad que se le observaba cuando Chávez los
invitaba al Balcón del Pueblo. No parece tener estimulo alguno en estos
momentos en que Maduro saca su “bombita de Berudual” para duplicar su oxigeno y sólo algunos “reflejos” puntuales se asoman de vez en cuando, pero cargados de odio
y desaciertos como el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, a
quienes una buena parte del chavismo culpan de llevar al abismo todo lo que el
difunto les había construido y uno que otro diputado y los representantes de
los poderes públicos quienes a diario esperan instrucciones y tienen que
justificar su “sueldito”. El chavismo como nuestra moneda está devaluado.