Eran las seis de la tarde y mi
mujer que había salido al centro (zona comercial) de Maracaibo no había
llegado. Ya preocupado y asomado a la ventana la vi que venía con cara de
tragedia, e inmediatamente me pregunte ¿Qué le pasaría? Estaba pálida y al mismo tiempo tenía cara de
arrech…. Y mal humorada.
Por aquello de que los taxi están
costando un dineral, ella retornó a los tiempos de estudiantes y abordó un
autobús, y fue así como me contó lo que había sucedido, narrándome todo lo
acontecido con el autobusero de la ruta que tomó para llegar hasta la casa, que
de acuerdo con lo que señalaba al detalle, el tipo maltrataba a todos los pasajeros,
gritaba al que criticaba su comportamiento, aceleraba a gran velocidad la unidad
dando la impresión de querer estrellarla
contra lo que fuese.
Era una tarde de mucho calor.
Habían algunas barricadas por en ciertas
vías con manifestantes y se sorteaban
colas por todas partes. El chofer del bus
comenzó a sacar la madre a los
pasajeros que iban en la parte trasera, cuando estos le manifestaron que
acudirían a la inspectoria del tránsito a llevar una “carta” para quejarse del
mal comportamiento del “autobusero”, que como un bólido esquivaba los
obstáculos que se encontraba a su paso, lanzando maldiciones contra todos los
que se le acercaban a decirle que bajara la velocidad y que se tranquilizara.
Era como si se le hubiera metido
el demonio decía mi mujer, los pasajeros llamaban a la calma a la unidad para ver si el conductor entraba
en razón y enderezaba el volante hacia la ruta real, y no la que había tomado
el chofer, que nos condujo a lo más lejano, casi estrellándose contra postes,
vehículos, aceras, casi contra todo.
No sé como explicártelo era algo loco decía aún sonrojada. Los pasajeros nos tambaleábamos de un lado a
otro, y cada vez que tomaba una curva en dos rueda, los ancianos y niños
rodaban por el piso, mientras que el
conductor no le hacía caso a
nadie, y de vez en cuando le prestaba atención al colector que iba en la puerta
colgado de una sola mano como si se tratara de un “mango maduro” que estuviera
a punto de caer, y le alertaba a cada momento “guárdate bien los cobres, no se
te vayan a caer, cuídamelos bien”
Fue terrible-dice- todo los
pasajeros trataban de salir del bus, y este no lo permitía apretando el
acelerador cada vez más, muy a pesar de los gritos de muchos de los que
estábamos ahí, entre ellos estudiantes que iban de pie, que intentaban entrar
en razón al autobusero para que condujera bien la unidad, mientras que mirando
el retrovisor los llamaba “desleales” e ingratos, diciéndoles que el siempre
los transportaba a bajo precio y muchas veces gratis.
Te explico mejor-aclaró mi mujer-
cuando pudimos controlar la situación, después que bajamos de la unidad,
algunos pasajeros llamaron a la inspectoria del tránsito, a la policía y uno
que otro se comunicó con la médicatura forense porque hubo desmayados y niños
maltratados. Todo era confusión, porque cuando llegaron los gerentes de la
empresa a la que pertenece la unidad, unos estaban a favor del autobusero, y se
hablaba de amonestarlo, sacarlo del puesto, quitarle el poder frente al
volante, y otros se oponían a dicha medida.
Todo se me parecía al
gobierno-aclaró- con un conductor que no sabe por dónde va, que no sabe manejar
el bus, que los pasajeros íbamos tambaleando de un lado a otro como
“bachaqueando”, que la irresponsabilidad y corrupción dentro de la empresa
autobusera no tenía limites como si fuera Miraflores o el TSJ, y lo más grave
de todo, que el conductor no le hacía
caso ni al colector fiel que le manejaba las finanzas del pasaje que cobraba a
los pasajeros en la puerta.
El tipo iba “desbocado” y hasta
sin luces, mientras que todos gritábamos que lo llevaríamos a los cuerpos de
seguridad para que tomaran cartas en el asunto. Nos dejaron botados por un
lugar que ni conozco, nadie se responsabilizó por lo sucedido y tuvimos que
decidir entre cancelar 200 bolívares en un taxi o buscar una cola.
Pensé en redactar una “carta” a
la inspectora del tránsito con copia a las autoridades policiales y al
gobernador del estado Francisco Arias Cárdenas para que llamen a la reflexión a
este conductor y de esta forma poder evitar que pueda ocurrir de un momento a
otro una tragedia de grandes proporciones, porque en realidad por lo que viví
creo que a ese señor no hay que dejarlo manejar más de esa forma esa “gua gua”
que casi iba en retroceso, porque cuando vengamos a ver, va a salir reseñada en
las últimas páginas de los periódicos con las cuatro ruedas hacia arriba con el
título “cayó autobús al vacio con chofer
desbocao”.